Alzheimer y terapia física

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21 septiembre, 2022

El Alzheimer se trata de un proceso degenerativo caracterizado por un deterioro progresivo de las funciones intelectuales sin que coexista cualquier otro tipo de patología neurológica o sistémica que curse también con demencia.

El inicio es insidioso, con agravación uniformemente progresiva. La mayoría de los casos comienzan entre los 50 y 60 años, afecta a ambos sexos por igual y la incidencia de esta enfermedad (y de las demencias en general) se incrementa exponencialmente con la edad a partir de los 40 años (1).

La etiología es desconocida, si bien se barajan diversas hipótesis: la genética, la infecciosa y la tóxica.

La Confederación Mundial de Fisioterapia (WCTP), junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) proponen:

— Procurar que el paciente con EA mantenga, el máximo tiempo posible, una calidad de vida independiente: saludable y físicamente activa, pero controlada.

— Retardar la evolución de la enfermedad, potenciando el correcto funcionamiento del aparato locomotor, del sistema cardiorrespiratorio y de las capacidades psicomotrices.

— Prevención de problemas que se asocian a la evolución de la EA: obstrucciones respiratorias, inmovilidad articular, ulceraciones por encamamiento prolongado.

— Orientación a los familiares y/o cuidadores sobre aspectos sanitarios, así como prevención de lesiones producidas por el manejo de estos pacientes.

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FUENTES:

1. Thomas P, Pesce A, et al. ABC de Enfermedad de Alzheimer. Barcelona: Ed. Masson; 1990.

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